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Locrio o arroz guisado acompañado de proteínas, típico de las costumbres culinarias dominicanas, fue introducido por la cultura española. El locrio “mar y tierra” combina alimentos del mar con carnes, chuletas o chorizos de cerdo; Ha sido comparado con el famoso risotto italiano o la paella valenciana.
Locrio de carne, mariscos, chuleta ahumada o vegetariana
Locrio de carne, mariscos, chuleta ahumada o vegetariana

Fue introducido por los españoles en los siglos XVI y XVII en sus orígenes era la receta de las cocinas más modestas considerándola como comida de los “criados”, durante muchos años fue relegado y subestimado por la alta sociedad dominicana, considerado como una comida de pobres y campesinos, siendo poco popular en las mesas de la alta sociedad dominicana, menospreciando así su valor nutritivo y su importancia gastronómica, situación que cambió con la evolución de los años, identificándose posteriormente al locrio dominicano como plato descendiente de la paella valenciana y elaborado según la zona y los productos de proximidad.

Se puede elaborar el locrio con carne de pescados y mariscos e inclusive con vegetales, resultando asi los locrios vegetarianos. Entre las carnes más utilizadas en la República Dominicana para la elaboración de los locrios está la carne de pollo y la carne de cerdo, en cuanto a los pescados se utilizan los mejillones negros, almejas blancas, y para preparar el locrio vegetariano se agregan papas, zanahorias, apio y maíz.

Un dato interesante que se expone en la plataforma de Wikipedia menciona que aunque es poco común, en algunos sectores de Santo Domingo utilizan para su preparación la carne de roedores, aunque esta práctica no solo es común en República Dominicana, puesto que en el sudeste asiático existen variaciones de estos arroces que son hechos con la carne de roedores.

En los orígenes de la paella valenciana española y en algunos municipios de la provincia de Valencia, uno de sus ingredientes eran las ratas de agua, un roedor que habita cerca de las zonas fangosas del lago de La Albufera que se alimenta de arroz y vegetales, dándole un sabor parecido a la carne del conejo. Lo confirman diversos autores y el propio Vicente Blasco Ibáñez lo menciona en su novela «Cañas y Barro», escrita en 1902.